Posterior a la Pandemia que afecto el país en 2020, la reubicación de ciudadanos, las erradicaciones de campamentos y tomas de terrenos de zonas que eran mayormente valoradas significaron un cambio sustancial en las dinámicas sociales. Sectores carentes de una organización social fueron poblados para subsanar la emergencia y que de manera posterior fueron conocidos como sectores de receptores de los “erradicados”, generando una brecha social estigmatizante para quienes habitan en sus barrios y cuyo entorno ha sido marcado por un permanente abandono institucional, sumado a una importante carencia en infraestructura, áreas verdes, servicios básicos y oportunidades laborales.
En dicho contexto, se consultó a los vecinos de Valparaíso sobre cuales era los factores de riesgo asociados a criminalidad que ellos percibían como presentes en su barrio y que afectan su percepción de inseguridad subjetiva arrojando la encuesta que los más altos porcentajes obedecen a incivilidades y delitos como un 56%, un 73% en consumo de alcohol o drogas en espacios públicos como calles, parques u otros y un 69% en venta de drogas en domicilios o en espacios públicos.
En consecuencia, es posible apreciar que el desarrollo de asentamientos urbanos sin un plano regulador adecuado, han desencadenado que la mayoría de sus habitantes desarrollan su cotidianidad con un alto temor de ser víctimas de delitos en espacios públicos, a pesar de ser un sector donde la permanencia en el barrio podría ser apreciado como un factor protector relevante para fortalecer relaciones comunitarias y su organización.
A través de la experiencia positiva obtenida de la implementación de otras intervenciones comunitarias, en colaboración con constantes estudios sobre la materia; han señalado la importancia de que en las comunidades existan factores protectores de riesgo que permitan a la comunidad trabajar en colaboración y de manera preventiva sobre la seguridad pública y ciudadana.
Se consultó a los habitantes de la comuna de Valparaíso, sobre que atributos o factores protectores de riesgo detectaban en las relaciones vecinales de su entorno más cercano y las respuestas obtenidas de dicho registro apuntaron a relaciones de confianza entre vecinos, manifestaron tener buena comunicación, se integran a la vida de barrio; factor que resulta esencial para la intervención y recuperación de espacios públicos.
Expuesto lo anterior, es que el escenario resulta propicio para generar redes de vigilancia y resguardo por micro sectores. Con el objetivo de aumentar la calidad de vida, la sensación de seguridad, la sana convivencia y cultura de la paz, entre otros.
Iniciativas como la implementación de un sistema de alarmas comunitarias, en la que los vecinos pueden y deben organizarse, aprovechando los vínculos de confiabilidad y solidaridad latentes en la comunidad, para así de forma articulada y colectiva hacer frente conductas que puedan ser detectadas como incivilidades o delitos.
La necesidad de recuperar espacios públicos como plazas del barrio y que hoy se encuentran intervenidas por las conductas previamente expuestas, generan una gran sensación de temor en la comunidad a la hora de reaccionar para erradicarlas o sancionarlas.Parece ser que la posibilidad de encontrar apoyo en los vecinos más cercanos a la hora de hacernos cargo de nuestra seguridad es un camino que facilita una permanencia y estancia sin perturbaciones en nuestros entornos más cercanos.
Cabe destacar que también cumplen un rol fundamental a la hora de realizar un trabajo colaborativo y eficaz contar con el accionar de la policía y/o fuerzas de seguridad pública.
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